Mientras centenares de profesionales de la tertulia televisiva y radiofónica analizaban las condenas por sedición y malversación impuestas a los presos políticos catalanes por el Tribunal Supremo Español, convocadas por Tsunami Democràtic, durante todo el día 14/10/2019, miles de personas colapsaron la Terminal 1 del Aeropuerto del Prat de Llobregat en protesta por el mismo motivo. Los manifestantes, la mayoría muy jóvenes y previsiblemente estudiantes, intentaban acceder en el interior del Aeropuerto de AENA. La policía catalana y española coordinada desde un centro de mando dependiente de los Mossos d’Esquadra aplicaron dosis importantes de violencia.
La plaza Cataluña era el punto de encuentro indicado por Tsunami Democràtic o se tenían que concentrar las columnas de estudiantes. La acción que en aquel momento se propuso fue parar la actividad del aeropuerto de Barcelona. Miles de personas se dirigieron hacia los diferentes medios de transporte siendo el metro uno de los preferidos, entre otras cosas porque RENFE intentó boicotear el acceso y suspendió los trenes de cercanía que pasaban cerca de la terminal. Los vagones de metro más que apretujados, con la gente cantando Els Segadors, llevaron la masa humana hasta El Prat de Llobregat. Alguien había decidido interrumpir el servicio en este punto, para impedir la llegada de los manifestantes al aeropuerto. Esto no desanimó nadie y miles de personas atravesaron el barrio de Sant Roc observados y animados desde los balcones por las vecinas y vecinos poco acostumbrados a ver esteladas en su barrio. Atravesando y ocupando las vías de acceso que habitualmente llevan solo vehículos pero permitiendo que los coches circularan por un carril, los manifestantes llegaron a la T1. Todos los accesos estaban colapsados, con la gente fuera de los vehículos grabando con los móviles la llegada de los tsunamis. Muchos de estos usuarios eran personas que respondían a la misma convocatoria y que habían decidido ir en su coche. Mezclados entre ellas y ellos, turistas y otros viajeros que intentaban llegar infructuosamente a sus vuelos. Se desesperaban, no entendían nada.
Los manifestantes ocuparon la plaza de la T1 donde ya los esperaban centenares de Mossos y Policías Nacionales con sus furgonetas. Un grueso importante de gente consiguió llegar hasta la puerta de acceso del pasaje donde se mezclaban con las personas usuarias y trabajadoras el aeropuerto. Después de un rato de protesta, los Mossos empezaron a repartir golpes de porra hasta despejar el acceso de manifestantes. Mientras tanto, los halls de acceso y los parkings eran ocupados por la manifestación. La Policía Nacional era la encargada de vigilar que no pasaran en el interior, donde ellos tienen competencia exclusiva de orden público.
Hacia la tarde, todavía estaban cortados los accesos a los vehículos – los autobuses no podían salir -, y el metro parado. Solo se podía acceder al aeropuerto a pie. Muchos turistas con sus maletas venían andado desde las paradas de transporte público de la T2 del aeropuerto, a siete kilómetros de distancia. A consecuencia de los vuelos suspendidos, las salas y pasillos estaban llenos de gente sentada y estirada por los suelos rodeada de sus pertenencias. Hacia media tarde, las fuerzas policiales empezaron a cargar contra la masa humana, para seguir liberando espacio. Recibió todo el mundo incluidos periodistas. Manifestantes pedían a los fotógrafos que recogieran en imágenes las heridas y contusiones. Un manifestante ha perdido un ojo por impacto de pelota de goma.
Desde los parkings – a la T1 están en un edificio de 7 plantas, se lanzaban objetos, algunos contundentes, se vaciaban extintores y con mangas se rociaba la policía. Esto sirvió de excusa porque los representantes de la orden aplicaran su violencia legitimada por el estado, en numerosos momentos de forma bastante innecesaria.
La diferencia con las formas de esta protesta con las de los chalecos amarillos y las de Hong Kong eran como las que hay entre un equipo de la liga profesional de fútbol y uno de segunda regional. Nada que ver. A pesar de todo, la manifestación consiguió hacer recular la policía haciendo un tipo de parapetos con unos palés. En medio de toda la batalla, alguien que seguramente hacía tarde, había dejado un Porsche. En este momento se vieron las imágenes más desagradables y es donde se hizo daño a más gente.
Como no podía ser de otro modo, los profesionales fueron ganando la partida y consiguieron expulsar la gente de los lugares más críticos estratégicamente hablando.
Hacia las diez de la noche, Tsunami Democràtic desconvocó. Miles de personas se dirigieron a pie hacia la T2, para coger el tren o el metro. En la T1 continuaba cortado el acceso al metro. El colapso de las estaciones de transporte público fue espectacular. A pesar de todo, el buen rollo permitió que todo el mundo pudiera ir marchando hacia casa.